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Palau Solità i Plegamans, Barcelona, Spain
Licenciada en Psicologia (UAB, 2002). Máster en Comunicación Empresarial (2.008). Terapeuta en EMDR, PNL y Psicologia Sistémica Familiar. Facilitadora de Constelaciones Familiares, Terapeuta en Flores de Bach, Técnica Metamórfica y Kinegenealogía.

domingo, 20 de agosto de 2017

Jóvenes y fanatismo, te sorprende?

Mucha gente se ha sorprendido al conocer las edades de los terroristas de los atentados en Catalunya. A mí personalmente no. Quizás será porque, desgraciadamente, acompaño con demasiada asiduidad a jóvenes insatisfechos, desmotivados y sin ilusión, socialmente desamparados y emocionalmente desorientados, a los que no les convence en absoluto lo que la sociedad les ofrece para construir su futuro.  Y no hay que irse fuera para encontrarlos, los tenemos aquí mismo. Puede que afortunadamente no sean la mayoría, pero son una minoría creciente que es importantísimo atender ya que son vulnerables a movimientos que les brinden identidad, pertenencia, misión y reconocimiento, aspectos vitales a estas edades y ejes centrales de cualquier influencia fanatista.

Estos días se ha hablado mucho de ‘los responsables’ de los atentados, haciendo alusión al yihadismo, los terroristas, sus células, envenenando aún más nuestro inconsciente colectivo. Es cierto que son los autores, los ejecutores, pero el gran responsable del radicalismo y el terrorismo es el propio sistema global en el que estamos inmersos. La creciente desigualdad, el trabajo precario que condena a muchos a mal subsistir, la frustración de muchas familias ante estas dificultades y la falta de un sistema social y educativo que atienda las verdaderas necesidades de los jóvenes, dificultando que desarrollen y emprendan su potencial con facilidad, crean un cóctel comunitario donde muchos adolescentes se pierden en busca de dirección.

Si añadimos a este escenario gente con vivencias de desarraigo, experiencias de migraciones forzadas, la pérdida de seres queridos en conflictos bélicos, y/o el rechazo directo o indirecto de muchos hacia la inmigración, tenemos, como resultado, jóvenes sin alicientes, necesitados de identidad y cargados de frustración, impotencia y dolor como combustible vital. Perfil ideal para manipuladores fanáticos. 

Pero no todo es negativo. Cuando veo a la gente salir a la calle unida, a pedir ‘libertad’ y a gritar ‘no tenemos miedo’… cuando hay tantos miles de millones manifestándose pacíficamente por todo el planeta, por una convivencia tolerante y pacífica,hay esperanza. Si potenciásemos esa unión, podríamos SER la sociedad que verdaderamente somos, la que hemos visto estos días: la solidaria, la participativa, la valiente… Pero nos hemos acomodado en la precariedad y el individualismo, nos hemos creído que no podemos hacer nada para cambiar las cosas, que solo nos queda el consuelo de quejarnos, porque mal de muchos,...

Me pregunto cuanto más dolor estaremos dispuestos a soportar hasta salir a gritar por los DERECHOS DE TODOS, a gritar por una mayor dignidad social (de sueldos, conciliación familiar, vivienda, oportunidades etc). Me pregunto ¿Cuando empezaremos a cuidarnos verdaderamente unos a otros?.

El otro día salí, como miles de personas, a guardar un minuto de silencio. Lo guardé por TODAS LAS VÍCTIMAS, incluidos esos jóvenes que se perdieron hace tiempo en un sistema para el que no se sintieron importantes. Acabaron siendo presa fácil de radicales, falleciendo por su loca causa, sumándose al total de víctimas mortales (en total 20, 14+6). Quizás esta ecuación hiera sensibilidades, pero ningún ser humano es una potencial amenaza al nacer, ¿por qué no contarlos como víctimas mortales, más allá de sus actos por respeto a sus familias?, ¿acaso no han muerto?. Guardé silencio por todas las familias que han perdido a sus seres queridos, que han visto truncados sus proyectos con ellos, que han tenido que renunciar a sus anhelos y expectativas, que tendrán que sostener el recuerdo de este doloroso hecho y sus consecuencias,  año tras año… 

En un par de días se dejará de hablar de lo ocurrido. La vida solo habrá cambiado, verdaderamente, para quienes perdieron a alguien, y es lamentable. Estas muertes SI deberían tener un sentido, si nos tendrían que hacer reflexionar más allá del terrorismo y empujarnos a un cambio. Todos pertenecemos a este sistema que, en muchos aspectos, no cuida verdaderamente a a quienes lo conforman.  Nuestra solidaridad y nuestra unión, son necesarias TODOS LOS DÍAS y podemos empezar a expresarla con pequeños gestos: preguntarnos como nos va, qué necesitamos, cómo nos podemos ayudar...

Ante la imposibilidad de un cambio social inminente desde el escenario político, quizás sería importante que empecemos a tomar consciencia y a unirnos en proyectos que SI empiecen a cambiar verdaderamente el mundo, que expresen la humanidad que hemos visto estos días: somos más numerosos, más fuertes y más rápidos que ningún gobierno. Apostemos por proyectos que cuiden de nuestros jóvenes (ellos atesoran el futuro), que les brinden oportunidades, que atiendan con verdadera dignidad, a los más desfavorecidos. Está en nuestras manos educar para evitar el fanatismo, brindar un modelo social de convivencia tolerante y pacífica a nuestros hijos y potenciar proyectos que multipliquen sus oportunidades. Usemos nuestra creatividad, usemos la cooperación. Hagamos algo bonito en honor a las víctimas, empecemos por empezar a cuidarnos verdaderamente unos a otros.

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